En artículos anteriores hemos hablado de las características básicas que debe tener una pala. Hoy profundizaremos un poquito más en este tema y aprovecharemos para dar algún consejo sobre su utilización.
Como ya mencionamos en el anterior artículo el peso es la principal característica que debemos mirar a la hora de comprarnos una pala. Pero para hilar más fino deberemos tener en cuenta el balance, esto es, la distribución de ese peso en la pala. Una pala cabezona de peso x nos dará la sensación de ser mucho más pesada de lo que marca la báscula y nos costará moverla con soltura. Una pala de peso x con el peso en la zona más próxima a la mano nos dará la sensación de ser una pala mucho más ligera. Esas sensaciones son reales por lo que hemos de tener en cuenta el balance a la hora de jugar con tal o cual pala. El problema es que el balance no es una cifra que venga reflejada en la ficha de la pala y solo la valoración de un experto nos puede dar una idea acerca de la distribución del peso en una pala.
Una de las cosas que más sorprende a los jugadores profesionales es la capacidad que tienen los jugadores amateurs de jugar con el sobregrip totalmente desgastado, con la misma antigüedad que la propia pala. Agarrar bien la pala es imprescindible para dominar nuestros golpes y eso no se puede hacer si el grip está viejo y desgastado. Es verdad que la renovación de los grips tiene un coste pero os aseguro que es un dinero bien empleado. Un secretillo que os contaré es que no todos los grips son iguales. La diferencia entre marcas es sustancial. Pero hay más, los grips blancos son los mejores. No me preguntéis la razón (creo que es debido a los diferentes tintes utilizados) pero los blancos son con diferencia los que aportan un mejor agarre. Eso sí, también son los que más fácilmente se ensucian. Si os fijáis en las palas de los profesionales podréis comprobar que los grips que utilizan son blancos en su inmensa mayoría.
Otro tema recurrente alrededor del uso de las palas es cuándo es el momento de cambiarla. Como norma general la pala la debemos de cambiar cuando se rompe o cuando nuestra economía nos permita comprar otra por pura moda. Pero hay otros momentos donde el cambio puede ser recomendable: si nos duele el codo el cambio de pala es una de las soluciones tradicionales que puede (no siempre) solucionar el problema. También hay que tener en cuenta que golpear muchas veces una pelota, especialmente si lo hacemos con fuerza, acaba por modificar ligeramente las características de la goma. Esto lo notamos cuando cambiamos una pala vieja por una nueva teóricamente igual ya que el rebote de la pelota es diferente inicialmente.