Barcelona fue una de las capitales del pádel español en los inicios de nuestro deporte en España. Junto a Marbella, Sevilla, Madrid y Bilbao, la Ciudad Condal se convirtió a partir del año 1982, con la inauguración de las pistas del Real Club de Golf del Prat, en uno de los focos de la futura expansión del pádel.
Con el paso de los años, sin embargo, el protagonismo, inicialmente casi equitativamente repartido entre esas ciudades, fue recayendo cada vez más en Madrid. La creación de la Federación Española de Pádel, la Federación Internacional de Pádel, la celebración del I Mundial de pádel (si bien es verdad que las semifinales y finales se disputaron en Sevilla) y el apoyo político e institucional son hechos que van convirtiendo a Madrid, a principios de los 90, en el centro neurálgico del pádel español.
Poco a poco otros factores fueron remarcando la supremacía de Madrid en los últimos 20 años. El primero el hundimiento del pádel argentino, que unido a la crisis económica del país hermano, provocó una ola de inmigración padelera que recaló principalmente (por lo menos en cuanto a pádel profesional se refiere) en Madrid, juntándose en una sola ciudad la práctica totalidad de figuras del pádel. Pero hubo otros factores como el gran crecimiento del número de practicantes en la capital o el peso que Madrid adquirió en todos los circuitos profesionales que se han ido sucediendo.
Pero algo ha empezado a suceder en los últimos tiempos. De manera incipiente y casi inapreciable todavía, Barcelona se está convirtiendo en un referente mundial de nuestro deporte.
Tres hechos marcaron el inicio de tal despegue. Por una parte el crecimiento del número de practicantes en Cataluña y en Barcelona en particular. Un crecimiento retrasado en el tiempo con respecto a otras áreas de España como Madrid o Andalucía pero muy potente, y apoyado en clubs de nueva formación, pero también en clubs de tenis con una gran tradición deportiva y en la organización de estructuras deportivas. Por otro lado, el crecimiento de la Federació Catalana de Pàdel, que de ser una de las federaciones importantes ha pasado a ser la federación emisora de licencias mayor del mundo, con un circuito calificado por todos como el mejor detrás del WPT.
Pero siendo muy importante todo lo anterior, sin la guinda de los grandes jugadores ninguna ciudad puede aspirar a ser referencia mundial. El camino lo abrió Fernando Belasteguín hace ya algunos años, al instalarse en Barcelona y demostrar que se puede seguir siendo el número 1 sin vivir en Madrid. Han pasado unos años, pero finalmente la semilla de Fernando parece que produce sus frutos y Pablo Lima residirá en nuestra tierra en pocos meses. Y se oyen ya rumores acerca de la posibilidad de que otros cracks recalen por estos lares. Si a esto le sumamos que el pádel catalán ha producido a dos jugadoras, Lucía Sainz y Marta Marrero, que en el último WPT disputaron la final, el cuadro parece que empieza a completarse.
Parece pues que Barcelona va camino de convertirse en referente mundial del pádel. El día que consigamos que en el mundo haya muchas ciudades referentes habremos logrado el objetivo que debe marcar nuestro trabajo: la internacionalización definitiva.