Varias son las reglas que han ido cambiando desde el inicio del pádel. Una de las que siempre me llamó más la atención fue la forma de sacar.
Cuando empecé a jugar, hace ya más de 25 años, no existía la regla de golpear por debajo de la altura de la cadera. En caso de ser un jugador diestro podías colocar la mano izquierda tan arriba como quisieras o pudieras, y desde esa altura dejar caer la pelota, sin empujarla. Después de botar en el suelo, detrás de la línea de servicio y normalmente cuando había alcanzado su altura máxima, se golpeaba de manera similar a la que utilizamos ahora.
Esa forma de sacar, además de ser algo más complicada de ejecutar, daba una pequeña ventaja adicional al sacador ya que la bola alcanzaba una altura superior a la cadera (tengamos en cuenta que en aquella época muchas pistas tenían la superficie de cemento, lo que ayudaba al bote alto). Hay que recordar también que la pared lateral era 1 metro más larga y por lo tanto había más superficie válida en el saque. En esa época las palas eran de madera, así que la ventaja no era tan grande como lo sería hoy. Si esa regla siguiera vigente sería prácticamente imposible lograr un break.
Con el cambio también se ganó en estética, os puedo asegurar que ese golpe no era nada natural ni elegante. Y este aspecto, aunque no debe ser el determinante, también se ha de valorar.
Otra regla, esta utilizada en Argentina, era el resto-volea. La pareja que sacaba no podía volear en el golpe que seguía al servicio. Eran los restadores pues los que subían inmediatamente después de restar. A mí y a cualquiera que hubiera jugado a tenis nos parecía antinatural, y las pocas veces que jugué con esa regla no me divertí demasiado. Y lo mismo les pasaba a los jugadores argentinos cuando se veían obligados a utilizar el saque-volea. Me recordaba este fin de semana mi amigo y excampeón de España Óscar Not que el campeonato del mundo de Argentina 1994 se disputó con resto – volea.
No recuerdo cuando desaparecieron esas reglas pero fue a mediados de los 90. Seguro que Gonzalo de la Herrán, artífice de tantos y tantos reglamentos nos podría sacar de dudas.
Estas y otras reglas yacen olvidadas en el baúl de los recuerdos de los inicios del pádel. Quizás dentro de unos años duerma también en él el tamaño de la pista, para mí demasiado pequeño para el pádel profesional. Pero eso es otra historia.