Se presenta trepidante el final de temporada con grandes eventos; FIP (Federación Internacional de Pádel) con sus Mundiales por parejas absolutos (Bilbao, 11 al 17 de noviembre) y de menores por naciones y por parejas (Buenos Aires, 28 octubre al 3 de noviembre). FEP (Federación Española de Pádel) con un Campeonato de España de Menores que ha batido el record de participación con más de 500 parejas, organizado excelentemente por la FEP y el Club de mi buen amigo y leyenda del pádel Luis Nieto, Nueva Alcántara de Marbella. Y WPT (World Padel Tour) con sus pruebas en Lisboa y Argentina.
Como cada dos años el seleccionador español, Jon García Ariño, tiene la difícil papeleta de escoger entre los cientos de jugadores españoles, a los 18 menores que representarán a España en el Mundial por naciones. El torneo por parejas lo disputan un máximo de 48 jugadores españoles, los 18 elegidos por el seleccionador, más 30 salidos de una normativa presentada por la FEP (siguiendo directrices FIP) y que no depende de ningún criterio subjetivo.
Leo en las redes sociales el desconsuelo que ha producido en ciertos jugadores su no convocatoria. En realidad, aunque procuro no relacionarme con menores por esas vías, las noticias que me llegan no son de menores sino de sus padres. Si hay algo que más duela en esta vida es el dolor de un hijo, incluso más que el propio. Algunos dan un paso más e intentan ver detrás de la decisión del seleccionador una mano negra en contra de sus intereses.
He sido seleccionador catalán de menores desde el 2004 hasta 2012. Y desde 2007 también seleccionador absoluto. Esa experiencia me ha dotado de dos certezas: la primera es que generalmente no son los niños los que están desconsolados, sino los padres los que inculcan el desconsuelo, que luego reivindican como transmitido en sentido contrario, a sus hijos. La segunda es que evidentemente no imagino a Jon García Ariño apostando deliberadamente por un niñ@ a sabiendas de que deja fuera de la convocatoria a otr@ de superior nivel.
Durante mis años de seleccionador he recibido, como supongo que el resto de seleccionadores, multitud de críticas. Pero tengo una máxima que me permite seguir adelante; el día que se me acerque un seleccionado (padre o adulto en caso de selecciones absolutas o de veteranos) y me diga: “Javi, te has equivocado en tu elección. Mi hij@ (o yo mismo) no merecía ser seleccionado”, me plantearé dejar el cargo.